Empiezas con los primeros besos, con las primeras caladas. Te vas
acostumbrando a ese cigarro después de comer y a sus palabras.
Piensas que lo tienes controlado, puedes pasar días sin ese humo y
sin sus caricias, pero hay algo que no encaja, si tanto lo controlas, ¿porqué siempre está el paquete de tabaco en el bolso y ese chico en
tus pensamientos? Y... Un día te encuentras en medio de la calle, o
en la ventana de tu cuarto fumando un cigarro sola. Sí, los dos son
vicios, y cada uno te quita la vida poco a poco.
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